Rompe las reglas, pierde el control (8)

Mirando las estrellas, Ismael piensa en ella. Observa a la luna y repite las palabras que tantas veces le había dicho su padre: “la luna es un trocito blanco en el cielo azúl oscuro que nos recuerda cada noche que el próximo día será un día en potencia, diferente al anterior.” Ojalá pudiera creérselas ahora. Olvidar que un niño del colegio le había destrozado el árbol de plastilina no es lo mismo que olvidar a la chica que le salva de ahogos pero también le pone la soga al cuello. Recuerda las sonrisas que su padre le sacaba de pequeño frente a esta misma ventana por la que hoy mira. De pequeño no miraba tanto la luna, no tenía tantas cosas que olvidar. No sufría tanto ya que no había visto antes a ésa chica morena con los ojos verdes o marrones, tan únicos y preciosos como ella, ni sus rojos labios, ni su tez oscura. No se había estremecido cont an sólo escuchar su risa, esa perfecta melodía. Le encantaba ella, toda ella, era como su musa. Si hasta su mal humor le inspiraba para escribir poesía. Aquel cuaderno amarillo que tan bien guardaba debajo de la cama era la solución en las noches que no quería dormir. Tan sólo pensar en ella y las palabras fluían, era fácil. Desde pequeño le encantaba escribir, lo dejó por vergüenza y entonces apareció ella, la protagonista de sus poemas, relatos breves o historias sin acabar. Exacto, nunca las acababa porque odiaba los finales. Todas sus historias las dejaba a medias y las que tenían aun algún sentido para él las guardaba, pero las que no, las eliminaba sin más. Aquella noche decidió ser fiel a él mismo y dejar que su sonrisa fuese mucho más grande que todos sus problemas, y se tumbó en la cama de cara a la almohada para no volver a fijarse en la luna. Victoria era aquella meta inalcanzable de un deportista, aquella nota imposible de toccar para un pianista, su talón de aquiles o incluso su cryptonita, aunque no se consideraba ningún Superman rindiéndose tan pronto, pero era lo mejor. No se podía permitir perderla, ni si quiera un poco. Tendría que conformarse con la gran amistad que ya tenían, ya que no conseguiría nada más con aquella Diosa del Olimpo. Pasó menos de un año y creyó olvidarla, se distrajo con alguna chica pero en el fondo él sabía que no habría ninguna otra. Cuando estuvo a pnto de rendirse, encontró a aquella rubia con ojos color carbón en aquella clase, seria. Nunca encontrará a nadie tan risueña como Victoria, siempre sonriente o riéndose por cualquier tontería, con sus tonterías… Menea la cabeza deshechando sus ideas. Cerró los ojos, inspiró y se acercó a conocer a esa chica tan curiosa. - Hola, Vi. - Hola Isma.- Dice sonriente. - Tengo que contarte algo. - ¿Ah sí? Desembucha. - He conocido a alguien. Paula, de 1ºA. No sé si la conocerás, es de aquí del instituto, antes iba al Quevedo que está aquí al lado. - Em, sí, tengo amigas en su clase. ¿Qué pasa con ella? - Es genial, creo que me gusta.- Ni si quiera sabía porqué se lo estaba contando. No iba a ponerla celosa, a ella él no le gustaba, en el fondo es lo que quería, pero no podía decirlo en voz alta. Va a olvidarse de ella. - Ah, sí, me han dicho que es maja. Cree ver en sus ojos un ápice de decepción, no sabe muy bien si es la verdad, o su propia verdad. Le encantaría que a ella le importase, y justo cuando duda, aparece en sus finos y perfectos labios esa sonrisa desgarradora que enamoraría hasta un ciego, y dice: - Bueno, Isma, pues ¡a por ella! No sabía porqué pero no quería su bendición, pero ahora sabía que la tenía y que ya no había marcha atrás. Pasaban los días y se lo pasaba genial con Paula. Le llamaba mucho la atención pero se preguntaba muy a menudo si le llegaba a los pies a Victoria. No sabía (o no quería saber) la respuesta. A sus amigos les decía que no quería besar a Paula por miedo a cagarla. - No quiero, tío, a ver si no va a querer nada conmigo y va diciendo que estoy babeando por sus huesos. En el fondo, Ismael sabía perfectamente que ni si quiera quería besarla, que había desperdiciado medio año pensando en Victoria pero hablando de otra. Contando a Victoria que estaba loco por otra chica, cuando en realidad no era por ella por la que mataría. Lo que Ismael no sabía es que no sólo estaba ciego con sus propios sentimientos, si no que también lo estaba con los sentimientos de ella, de su musa. Comprendió que el día en el que le dijo a Vi que le gustaba Paula, sí existía decepción en sus ojos verdes, y que la cobardía no era lo que le frenaba a estar con Paula, si no, sus propias ganas de no hacerlo. Así que al fin quemó la bandera blanca imaginaria que había clavado hace tanto tiempo, rindiéndose a Victoria. La quemó y empezó a pensar en él mismo, en lo que de verdad quería. Y, como todas las noches que acompañaba a Victoria a su portal, sabía que este día iba a ser diferente. Esta vez entró, dejándose la cobardía fuera y entrando con todas sus ganas, con todo el amor que había estado frenando todo este tiempo, y lo concentró todo en sus manos, agarrándola por la cintura, atrayéndola hacia sí, besándola sin pensárselo dos veces. Entonces, al mirarla, la dijo “te quiero”, sin pestañear, sin dudar. Simplemente, se dejó llevar. Desde aquel día ya no le daba miedo mirar a la luna e imaginarse cosas frente a ella, porque ahora lo tenía claro. Ahora sabía que todas las historias románticas que se imaginaba, podían hacerse realidad gracias a Victoria.
Qué ganas tengo de poder besarte, de ponerme nerviosa cuando queden pocas horas para verte, para descubrir tu lado más cariñoso y para mostrarte yo el mío, para poder estar cerca de ti, a milímetros de tus labios, tengo ganas de que me des un abrazo y luego quedarme con tu olor y acordarme de ti, de que cualquier cosa me recuerde a ti y poder sonreír con una sonrisa tan grande como tú, más grande aun que la que me sale cuando me hablas, tengo ganas también de poder pensar que tú me quieres tanto como yo a ti, tengo ganas de no tener que vivir de sueños, de soñar contigo y poder decírtelo, de que me digas ya de una vez que me quieres también, de poder decir 'éste es mi chico', de quedarme mirándote como una tonta sin miedo a que me pillen, de sentirme tuya y de nadie más.
Todo el mundo habla del amor, todos. Todo el mundo dice que lo siente, y todos te hablan de lo típico, de las mariposas en la tripa y de las sonrisas al hablar con él. Pero no se dan cuenta de que eso no importa, que puede ser un capricho de dos meses, en el que al tercer mes sabes que no ha sido nada. De lo que no te hablan es de las ganas de abrazarle y besarle cuando le tienes cerca, o, joder, yo que sé, el simple hecho de que no se vaya porque quieres seguir cerrando los ojos cada vez que hueles su puta colonia. Que llegas a casa, y no sabes si te quieres morir porque no te ha besado. O si llorar de alegría porque nadie te había mirado con esos jodidos ojos, de una forma tan intensa. Que dan igual las mariposas en el estómago ya que lo único que sientes en el cuerpo son los putos latidos que retumban. Que es la única persona que no sólo te pone histérica, sino que también te tranquiliza. Que te recorrerías 100 km andando con tal de no llegar a tu casa aun, para estar más tiempo hablando con él. Todo el mundo hemos tenido caprichos de dos meses. Pero por suerte o por desgracia, pocos sentimos que alguien te rompe, te deja huella, te marca.
Hace 17 años, en un mes y en un día que no voy a decir, por miedo a que se sepa demasiado, nació una persona. Su madre lo abrazó, no era el primero de sus hijos pero sí iba a ser el último, era el único chico y era precioso, todos los padres miran a sus hijos por primera vez y piensan en si van a ser el próximo Einstein, un jugador famoso, un buen estudiante e incluso si llegará a ser cantante, aunque saben que sea como sea le van a querer igual. Pero, lo que ellos no saben, es que ese niño que tenían en brazos hace 17 años, no es un Einstein, ni creo que sea cantante, le gusta el futbol pero dudo que llegue a ser famoso, pero aun conociéndole desde hace 5 meses, y habiéndole cogido cariño hace 1 mes, iba a ser el único que lograra que me despertara a las 7 de la mañana con una sonrisa sabiendo que le voy a ver en 1 hora. Aun no le he encontrado ningun defecto, sinceramente, prefiero no encontrarselo nunca. Aun no sé si llegará a pasar algo, o no. Da igual. Pero gracias por hacer al niño con la sonrisa más perfecta del mundo.
Hay gente que dice, que el fin justifica los medios, pero son los medios los que hacen del fin algo grande, algo bonito, incluso algo horrible. Cada día, cada cagada, cada victoria forman parte de nosotros, y nos hacen aprender. ¿Cuántas veces hemos hablado, tonteado o incluso besado a alguien pensando en otra persona? O sabiendo que no es la indicada, pero hay que ser valientes, hay que saber cuando aferrarte a algo, si es lo que quieres tener en tu vida; o saber cuando algo no es tuyo, ni lo será. Pero, una cosa es ser valientes y otra precipitarse, ¿piensas estar toda tu vida buscando a tu chico perfecto? ¡Sal y disfruta, que eso ya vendrá! Yo creo que se sobrevaloran las primeras veces y se infravaloran las últimas. Porque, me imagino con 70 años, casada y jubilada, con el supuesto amor de mi vida, y en los últimos días de mi vida, pensaré en ésa persona, en todo lo que hemos pasado. No en la primera que te besó, o te hizo el amor. Recordad, disfrutar mientras podáis: el primero no tiene porqué ser el último.
Quería decirte, aunque ni si quiera lo leas, o te lo imagines: No puedo soportar más esto. No puedo soportar acordarme de nuestras conversaciones, de nuestras miradas, de nuestras sonrisas, de tus palabras y mis respuestas... Y se supone que lo que tengo que recordar son las cosas malas y todas tus cagadas. Y tiene gracia, porque tú la cagabas siempre, y por un fallo mío te largaste. Lo peor es que no te fuiste sólo, es que tuviste que encontrar a otra, que te aseguro, que no te va a querer como yo, puede que te quiera más o puede que menos, nunca lo sabré y tampoco es que quiera saberlo. Pero no de la misma forma. Estoy segura de que aun teniendo exámenes de 3 temas el día siguiente, no se va a conectar escondiendo el ordenador con cojines para que no la pillen sus padres como yo lo hacía casi todas las tardes, solamente con la intención de hablar contigo aunque sólo fuesen unos minutos, pero en esos minutos yo era feliz. Porque después de cada puta herida que me hacía, te hablaba y se me pasaba, y no hacía falta ni contártelo pero me sacabas una inexplicable sonrisa. Mi fallo fue tener tanto orgullo, tener esa absurda cabezonería de decirte que no me ibas a conseguir, que no era una más de las fáciles que tenías a montones detrás tuya, para que vieses que no era como esas chicas, que era diferente. Y me fui de lo diferente a lo gilipollas. Sé que no tengo que echarme toda la culpa, porque lo tuyo fue peor, pero de verdad pienso que si no hubiera hecho eso, hubieran cambiado muchas cosas... Lo peor, es que es muy improbable que sepa cómo hubiera sido, ni si quiera creo que sepa de ti. Hace medio año que no hemos intercambiado una simple y diminuta palabra. Lo peor de todo, es que no creo que haya acabado, de verdad pienso que entre tú y yo aun tiene que pasar algo, y espero que no sea el tiempo.
With love, a la que llamabas 'locuras'. 
Ella va a su casa, para darle una sorpresa, hoy hace un mes que salen juntos. La verdad, ella no le gustaba nada comprometerse con nadie, pero lo cierto era que le adoraba, aunque tenía un poco de miedo.
Le abre la puerta y ve que está con su primo de un año en brazos.
- ¡Hola! No te esperaba hoy.- Le besa.
- Normal, es una sorpresa. ¿Tienes que cuidar de él?
- Sí, ¿me ayudas? Podemos ver una peli aquí.
- Perfecto. 
- Sujetale un momento.
Le sujeta, con muchísimo cuidado.
- No pasa nada, no muerde.
- Ya, pero me da miedo que se caiga.
- Cuando tengamos un hijo tendrás que hacerlo todos los días, cuestión de acostumbrarse. 
Se asombra. ¿Cuando tengan un hijo, a dicho? Con temblor en los labios, contesta:
- Sí, bueno. Pero aun queda muchísimo para eso. Ni si quiera sabemos si será así.
- ¿Por qué? Yo pienso en eso todo los días.
- ¿Qué?
- Sí, a veces, cuando me aburro, pienso en nuestro futuro. Tendremos dos hijos, un niño y una niña, y como no nos gusta vivir aquí nos mudaremos a Madrid capital, aunque los impuestos sean más caros. Estaremos alejados de nuestros padres para que no den el coñazo, pero lo suficientemente cerca para que puedan hacer de canguro alguna vez. 
- ¿Ah sí?
- Sí. ¿Te pasa algo?
- ¡Pues claro que me pasa algo! Tenemos 16 años y ya estás pensando en eso. Hace un momento estaba con mi novio, y de repente estoy casada, con dos niños, en Madrid capital y quejándome de la hipoteca.
- ¿Nunca has pensado en eso? ¿Nunca piensas en nuestro futuro?
- Pienso en el futuro, pero no más lejos de qué lograré estudiar al final, dónde voy a comer el sábado que viene y con quién voy a quedar esta semana. No más lejos de eso. Y si quieres estar conmigo tendrás que acostumbrarte a pensar en un futuro más real, y cercano.
- Pues lo siento, pero si quieres estar conmigo, eres tú la que se tiene que acostumbrar a que piense en el futuro que sé que vamos a tener, porque te quiero y no quiero separarme de ti nunca.
- Es la primera vez que me lo dices a la cara. Lo de te quiero, digo...
- Lo sé. ¿No quieres que lo diga?
- No sin decirte que yo también.
Todo el mundo alguna vez se ha sentido sólo. En algún instante de la vida has pensado que no encajabas en ninguna parte, que todo el mundo tenía a alguien especial a su lado y que tú eras la única persona del planeta tierra que no tenía a alguien en quien confiar absolutamente todo. Seguramente, también hayas pensado que todo el mundo te ha estado fallando, pero seguramente, si lo pensaras más tiempo, descubrirías que no todo el mundo lo ha hecho, que está ésa persona que te dice 'levanta la cabeza, sonríe y para adelante.' alguien que sabe que eres tan sumamente fuerte, que cuando te derrumbas es que te pasa algo grave, lo suficiente para destrozarte por dentro, y te anima y vuelves a ser tan fuerte y alegre como siempre. Si aun pensándolo un tiempo, no has conseguido dar con ésa persona. Relájate, es una mala racha, todo el mundo la tiene. Que la música suene más alta que tus problemas. Y ya sabes, levanta la cabeza, sonríe y para adelante.
Esos momentos impactantes, esos destellos de gran intensidad que pueden poner patas arriba nuestras vidas, son los que acaban definiendo quienes somos. La cuestión es, que cada uno somos la suma de los momentos que hemos experimentado, con todas las personas que hemos conocido. Y son esos momentos los que conforman nuestra historia, como nuestra lista de grandes éxitos particular de recuerdos que reproducimos y volvemos a reproducir en nuestra mente, una y otra vez. Mi teoría, es la siguiente, nunca me había planteado esto, verás, ¿y si nunca pudieras recordar ninguno de ellos? Es un tópico demasiado extremista eso de que cualquier momento puede ser el último, quizás no sea así, o quizás sí, eso nadie lo sabe. Yo sólo digo, que hay que disfrutar del presente. Hay que hacer de algo sublime, algo legendario. 
- Bueno, ¿qué vamos a hacer ésta noche? Yo quiero ver una película con palomitas. ¿Te apetece?
- Verás, yo no sé qué haré, pero he pensado que tú podrías irte.
- ¿Cómo?
- ¿Sabes por qué estás conmigo? Porque un día un amigo tuyo en el bar de siempre, te dijo que había entrado una chica guapísima con sus amigas, y la conociste, y te diste cuenta de que sois como dos gotas de agua, pero ¿sabes qué? Dos días después te presentó a su amiga, ésa a la que no paras de mirar, la chica con la que no tienes nada en común pero aun así es en la que piensas cuando estás sólo, incluso a veces cuando estás conmigo. Te atraigo, lo sé. Te caigo bien, eso también lo sé, pero como amiga. Si algo vi en ti, es que no eras como los demás, que eras sincero, y has llegado a ser justo lo que no quería que fueras, un cobarde. Alguien que no es capaz de mirar a los ojos a su novia y decir que no la quieres, porque no lo haces. Así que, si no es mucha molestia, me gustaría que te fueras. Habrá veces que no podré hablar contigo y otras que ni si quiera me apetecerá mirarte, pero ten en cuenta que eres tú el que me ha fallado, y yo la que ha soportado todo eso. Buenas noches.
¿Sabéis por qué estoy aquí? ¿Por qué pese a todos los obstáculos que se me ponen por delante, sigo con la cabeza bien alta? Por algo muy simple, tan simple, que creo que hasta la persona más ridícula lo tiene: Amigos. Mi mejor amigo, hace muchísimo tiempo, me dio una carta, una carta en la que ponía que siguiera adelante y que me mostrara tal y como era, con una sonrisa en la cara. Ése amigo, jamás me ha fallado, siempre ha estado ahí, y por esos entonces decidí sonreír, ¿qué más da lo demás si tengo alguien como él a mi lado? Cada vez que pasa algo, en el instante que creo que no puedo más porque no sé de dónde sacar el lado positivo, leo esa carta hasta que consigo convencerme a mí misma que lo mejor, es alzar la cabeza, suspirar, y sonreír.
Cuando eres pequeña, no te importa saltar al vacío con tal de sentir esa adrenalina que te hace reír a carcajadas, porque no tienes en cuenta nada, haces las cosas sin pensar, con una sonrisa en la cara, como diciendo "No hay nada que perder." Pero, cuando vas creciendo, vas necesitando arnés de seguridad, vas necesitando mirar antes de saltar. Y yo me pregunto, ¿por qué perdemos la capacidad de hacer las cosas sin pensar, de arriesgarte con una sonrisa en la cara, falles o no? Muchas personas dicen, que yo no la he perdido, que es impresionante la capacidad que tengo para no dejar de sonreír en los momentos más complicados, que hay veces que soy muy dura, o demasiado orgullosa, pero yo creo que nunca, nunca, nunca, tienes que olvidarte de saltar al vacío sin pensar, así, sin más..
Nada nuevo, es el mismo juego de siempre: Evitar sufrir. Y de vez en cuando, llueven sobre ti unas gotas de felicidad, se acaban secando pero vuelve a llover otra vez, siempre, solo tienes que confiar en ti misma, salir de ese abismo que te entristece.
Levanta la cabeza ¡Ya!
Ten claro, que todas las veces que caiga, me voy a levantar.
Soy una chica que no soporta atarse, una chica a la que le agobia eso de depender de una persona porque para mí lo más importante es saber volar solo, para poder volar con alguien. Y ahora, de repente, me miras, me sonríes, me dices 'hola' después de tantos meses sin verte, y ¿qué me pasa? Que todo esas opiniones van desapareciendo poco a poco, mirada a mirada, y no digo que me esté enamorando, ¡ni mucho menos! Con 15 años una no se puede enamorar, puedes creer estarlo, pero cuando ocurre algo malo, el enamoramiento va saliendo por los poros mientras le insultas. Así que, simplemente, me está volviendo más loca, y hace que siempre esté sonriendo y pensando en él.
¿Cómo sería esta vida sin hacer l o c u r a s?
Sin tener esa sensación de que todo va bien, de querer comerte el mundo a bocados enormes. De tener esa seguridad valiosa de que nada faltará.
Mi vida se resume en muchas caídas por diversos fracasos y de tropecientas locuras para levantarme.
Me gustaría saber quién fue el que decidió qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, simplemente para darle dos ostias. ¿Por el hecho de hacer algo que no le gusta a alguien ya está mal? Pues no, porque yo puedo hacer lo que crea correcto en el instante en el que me den a elegir. Si mi elección es que sí, es un sí y punto; Que después me arrepienta o no es cosa mía. Hay mucha gente que me dice, que prefiere arrepentirse de lo que no ha hecho por miedo al qué pasaría, que arrepentirse de las cosas que ha hecho. Pero yo pienso una cosa muy distinta. Yo creo que realmente no existen las decisiones correctas ni las incorrectas, todas son tus decisiones al fin y al cabo, has hecho lo que en ese instante te ha parecido mejor, y eso es lo que realmente importa.
¿Quién ha dicho que no puedo? Si quiero, ahora mismo pongo mi canción favorita, tan alta como se pueda y empiezo a cantarla a gritos si eso me hace feliz, ahora mismo puedo desenamorarme, llamar a cualquier chico que conozca y fingir estar enamorada. ¿Quién me lo impide? Puedo comerme ahora una enorme tarrina de helado de chocolate y no sentirme culpable, puedo quedarme despierta hasta las cinco de la mañana si me apetece. ¿Quién va a ser capaz de juzgarme? Puedo ponerme un vestido más corto de lo permitido y parecer una princesa. Y bailar claqué en una calle abarrotada de gente, sin música. Sin saber bailar. Sin importarme que me miren. Puedo ir a un parque sólo para sentir que vuelo en los columpios, para volver a mi infancia tan solo unos segundos. O ir al cine sólo para estar en la oscuridad y no sentirme sola, quedar con mil chicos a la misma hora y dejarlos a todos plantados por dar un paseo con mi perro. ¿Quién ha dicho que eso no es normal? ¿Quién ha dictaminado qué es o no es normal? Porque sinceramente prefiero hacer cosas fuera de lo normal, porque la palabra normal suena aburrida. ¿Quién ha dicho que no puedo hacerlo?
- ¿Dónde vas?
+ A decirle que le quiero.
- ¿Qué? ¿Por qué? Pero si ha quedado justo hoy con la otra.
+ Ya ya lo sé, pero necesito decirle lo que siento ¿Vale? Además, si él no tiene toda la información posible no podrá tomar una decisión inteligente.
- No lo hagas, no es lo que quieres hacer.
+ ¿Y por qué estoy deseando hacerlo?
- Porque te imaginas que al salir se va a poner a llover y él te va a dar su chaqueta, que le vas a decir lo que sientes y te va a gritar "¡Te quiero! Pienso olvidarme de esa guarra" ¿Y sabes cual es el problema? Que él a la que quiere es a esa guarra, lo quieras aceptar o no.
+ Lo sé y lo acepto, pero si no lo hago no sabré cual de esas respuestas me dirá.
- ¿Y si después de esa respuesta estás hecha polvo? No lo hagas ¿Vale? Se acabó...
+ No, esto no se acaba hasta que nadie diga un sí o un no.
Tengo que decir una cosa, algo que no puedo aguantarme más, puede que sea un cumplido para algunas personas o romántico para otras, no lo sé, pero lo tengo que decir: Puede que yo sea la única persona sobre la faz de la tierra que sepa que eres el niño más fantástico del mundo entero. Puede que yo sea la única que aprecie lo asombroso que eres, en cada una de las cosas qué haces y en cómo eres, y en cada uno de los pensamientos que tienes y en cómo dices lo que quieres decir y en cómo casi siempre quieres decir algo que tiene que ver con ser sincero y bueno. En todas tus sonrisas, y me sorprende ser la única que sepa en qué situaciones pones cada una de ellas; Y creo que la mayoría de la gente se pierde eso de ti y yo les observo preguntándome como pueden verte sin asombro alguno y no captar que acaban de conocer al chico más maravilloso que existe, uno de los únicos capaz de hacerte sonreír sonriendo él. Y el hecho de que yo sea la única que lo capte, me hace sentir bien conmigo misma.
Todo el que me quiera y el que me conozca de verdad, sabrá muy bien cómo soy sin importar todo lo que dicen que soy, o lo que se inventan. Y lo sabrá a pesar de todos los rumores o de lo que quiero aparentar. Cuando este mordiéndome el labio, con la mano temblando y seria, eso significará que tengo ganas de llorar, pero que soy demasiado orgullosa como para hacerlo delante de alguien. Si me conoce de verdad lo sabrá, sabrá que mi comida favorita es la pasta y que lo que odio son las judías, que me encanta el color rojo y el que menos me gusta es el rosa. Que mi número favorito es el 63 o el 8 y que el número 7 es mi número de mala suerte. Soy una persona diplomática y muy indecisa, a la mínima puedo decir blanco y al segundo decir negro. Soy muy desorganizada, y soy un completo desastre. No me gusta llamar mucho la atención, porque me pongo muy nerviosa si me mira mucha gente. Que yo siempre sonrío pase lo que pase, y solamente ellos sabrán cuando me pasa algo y cuando no, que no me gusta contar lo que me pasa porque no quiero que nadie se preocupe por mí, pero siempre me acaban convenciendo para contarlo. También tendrá en cuenta que si no hablo no es porque esté enfadada, ya que no me enfado muy fácilmente, simplemente es que mi orgullo me impide hablar primero. No dudará nunca de mí, porque otra cosa no, pero sincera lo soy siempre. También sabrá que tengo muchísima mala leche, pero que a la mínima ya estoy sonriendo, soy una chica de risa fácil, así que no le costará hacerme sonreír. Sabrá que soy una persona muy histérica, y que grito con facilidad, pero también es fácil calmarme con una sonrisa. Así que sí, soy así, y el que me quiera lo sabrá, y le gustaré con esos defectos.
Cuando pronuncias aquella pregunta, la pregunta que has ensayado tanto tiempo, cuando al fín, tras un suspiro consigues que tu voz suene, serena y segura. Cuando dices lo que sientes, tu mente y tu cabezan dan vueltas y mil vueltas, imaginando todas las respuestas que puedes recibir, todas las más crueles, ridículas o increíbles, todas. Aunque en realidad, lo que oyes es mucho más sorprendente al oir la frase más bonita que jamás se haya inventado; "Sí".
La gente siempre dice lo correcto o lo que cree que debe decir. Por ejemplo:
"Todo pasa por una razón."
"Mira el lado positivo de las cosas."
"Llorar siempre es bueno."
"Si puedo ayudarte en cualquier cosa, tan sólo dímelo."
Son palabras vacías que carecen de significado, palabras que aparecen constantemente en los libros de autoayuda contra el dolor de una pérdida, y en las películas absurdas o irreales. El real motivo de las personas que lo dicen no es uno en concreto, pero la mayoría lo dicen por el simple hecho de querer quedar bien, porque la mayoría siempre te han prometido estar a tu lado siempre y ahora ya no lo están. Pero yo aplaudiría a aquellas personas, porque gracias a ellas sabes perfectamente en quien confiar, y no precisamente confías en ellas.
Suelo percibir las pequeñas rarezas de la vida. Los pequeños detalles, las pequeñas ironías... Como los anillos de compromiso en el dedo. O la mujer gorda que está en la cola del supermercado, con una tarrina de chocolate de 2 kilos en el carrito, a la que se le cae en el carnet del club de "Control de peso" mientras busca la tarjeta de crédito. O el brillo que tiene cada persona en los ojos, símbolo de extrema felicidad o tremenda tristeza. Son las pequeñas cosas que nos indican cómo son realmente las personas: Esperanzadas, desesperadas, frágiles e inseguras. Las personas no cambian, no aprenden. Prometen cambiar pero luego todo acaba o haciendo daño a alguien, o siendo a ti al que hacen daño, y te pasas la noche mirando entre sollozos una película de Meg Ryan y Tom Hanks. Sí, puede que yo también lo haya hecho, pero eso no significa que tenga que entenderlo, aunque yo prefiero salir de ésta con la cabeza bien alta, porque al fin y al cabo, estando mal pierdes el tiempo, así que yo no me guío por las mismas normas, me gusta lo insesperado, algo que me sorprenda, porque prefiero no esperar nada de nadie.
En este instante no quieres ser nada, ni si quiera quieres ser tú. Sólo quieres salir corriendo, salir a toda ostia del sitio en el que estás. Y de repente ocurre, algo se acciona, y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar, y que a partir de ahí ya no volverá a ser lo mismo, nunca. Y cuando ocurre, lo sabes, lo notas. Ya ha cambiado. Y es ahí cuando te das cuenta que las cosas sólo ocurren una vez.
Y es que a veces, no puedes más. Al principio finges que te da totalmente igual, luego finges que de verdad crees que eres muchísimo mejor que ella, pero de repente llega un día en el que te cansas; Te cansas y no puedes más, no quieres seguir fingiendo, quieres decir la verdad, lo que realmente sientes, y lo que realmente sientes es que has fingido demasiado bien eso de creer que eras mejor, pero sabes que no lo eres, digan lo que te digan, porque ¿Ellos qué te iban a decir? Son tus amigos, no te pueden decir que no vales nada; En la sinceridad hay límites. Digan lo que digan, y te repitas las veces que te lo repitas vas a seguir pensando lo mismo. Y sabes que todo se arreglaría con decir "Basta; Hasta aquí he llegado." Y sueltas todo lo que sientes, lo que piensas; Todo lo que te habías callado. ¿Pero qué pasa? Que no puedes. ¿Que por qué? Pues porque es demasiado tarde. Y ahí es donde te das cuenta; Querer no es poder cuando se llega tarde.

Felicidad ¿Qué es la felicidad? Lo denominan como un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Eso es lo que dicen, pero yo no la definiría así. Felicidad es cuando sienes que tienes que gritar de alegría y saltar porque no crees que un cuerpo pueda sostener tanta alegría junta. Felicidad es esa sonrisa tonta, por muy pequeña que sea, cuando le ves, cuando ves sus ojos o cualquier cosa que le pertenezca. Felicidad es cuando te saluda, cuando te guiña un ojo, felicidad es cuando te abraza. Felicidad es cuando te sonríe y te dice "Tranquila, no va a pasar nada" Eso, eso exactamente es la felicidad, un sentimiento inexplicable. Así lo definiría yo.

Escondo un dibujo de un corazón mal pintado, con tu nombre con mi nombre y un te quiero medio borrado, con lámina de lápiz marcada en cada trazo, dibujada con fuerza como nuestro prometido abrazo.
¿Nunca habéis tenido que elegir entre lo correcto, lo que sabes que debes hacer y te dicen que hagas y entre un error que tanto deseas cometer?
Sola entre un millón de humanos, con el primer desengaño, ese amor de tus besos rodando en mis labios. Vuelvo a casa y lloro en vano, con tu foto hecha pedazos, páginas vacías que guardé en mi diario. Un sol a flor de piel con leche y cereales después de una noche sin dormir, un sitio en el Edén nunca será bastante para que empiece un nuevo día sin ti. Dicen que cuando te enamoras vuelas, ríes y lloras te encierras en tu cuarto a soñar a solas. Dicen que cuando te enamoras desborda el mar, te ahogas y olvidas que la vida gira como una gran noria. Sola entre un millón de humanos, con el corazón parado desde aquel instante en que soltaste mi mano. Cosas que pasan en vano, ropa sucia en el armario, chicos que al final son sólo un simple recambio. Un libro sin leer, y un mundo tan distante después de mil noches sin dormir. Mi único sueño es que vuelvas y me abraces porque hoy se me olvidó vivir sin ti. Ni planificar futuros, ni encerrarse tras los muros, ni pintar todo de gris, ni refugiarse en un sueño. Sólo quiero que tú vuelvas y me abraces como siempre, que sin ti no sé vivir, que sin ti yo muero...

¿Sabes lo que es tener un sueño? Un sueño de esos en los que quieres conseguir sí o sí, y te miras a un espejo y dices "Sí, este sí se me va a cumplir" Que cuando vayas por la calle sólo pienses en nuevas ideas de cómo conseguirle. Mes tras mes decidir que no va a haber absolutamente nada ni nadie que impida lograr lo que más quieres. Y en un instante, en un sólo segundo, ves o piensas algo, que te hace caer de esa nube en la que decidías conseguir tu sueño . Y ahí, justamente ahí es cuando dices "No, por más que lo intente no lo voy a conseguir, porque soy así, un desastre, nunca consigo nada" Pues no, ahí estás haciendo mal, si en un principio creías que no lo ibas a conseguir, no hubieras probado nada. Si ese sueño no te importara en realidad, no te habrías pasado días y días pensando en qué hacer o noches y noches soñando con ello. Así que vete, vete a por ello, agarralo fuerte, no lo dejes ir. Y pregúntate si de verdad era lo que esperabas. Si no lo es te sientes una estúpida y si lo es te sientes la niña más feliz del mundo. Pues yo a eso no lo llamo estupidez ¿Sabes? Yo lo llamo valentía, porque has llegado a la meta, aunque en realidad la meta estaba aún más lejos.

Todo el mundo tiene derecho a llorar de rabia o de dolor, pero ¿De verdad se tiene motivos? Y si lo tienes ¿De verdad son importantes? Quizás para ti lo son. Pero te intimida querer ser como los demás, querer ser el mejor para una persona, o simplemente el hecho de creer que no vales nada. No intentes querer ser como los demás, cuando tú precisamente tú has nacido para destacar. No dejes que nadie te diga que no puedes lograr algo ¿Entiendes? Sé que todo va a ir bien, te lo aseguro. Solamente tienes que salir a buscar un rayo de sol en medio de una tormenta. Si no consigues el sueño que tenías ¡NO TE PREOCUPES! Sueña con algo mejor, y si tampoco lo consigues ¡NO IMPORTA! Sueña con otro aún mejor. Te lo mereces, eres ÚNICO.

Te odio porque te quiero, te odio por cómo eres, por cómo me miras, por cómo me sonríes. Te odio por que cada vez que te digo "te quiero" no entiendes que en realidad es mucho más que eso. Te odio por esos días juntos, te odio porque no soporto que me hagas olvidar todo con un simple saludo. Te odio por todo lo que puedes conseguir con tan solo una mirada y una sonrisa. Y odio cuánto te quiero, pero yo no puedo dejarte ir. Y lo odio, pero te quiero así.
Hay veces , que aunque no te des cuenta , haces daño ¿Sabes? Y yo se supone que tengo que sonreírte y decirte "Lo sé" cómo si no me importara cuando en realidad me están matando por dentro...